No conozco a nadie a quien le siente bien una infidelidad pero sin duda esto es el colmo acerca de cómo sobrellevar una situación de desengaño. En un arrebato de romántica locura a Torz Reynolds, una joven inglesa de 26 años, se le ocurrió tatuarse en un brazo el nombre de su entonces actual pareja. Con el paso del tiempo descubrió que no sólo le había estado engañando con otra, sino que además se marchaba a vivir con ella a Alaska cuando le había alegado que lo hacía por motivos laborales. A modo de represalia no se le ocurrió otra cosa que arrancarse su tatuaje y enviárselo por correo. Sin duda un original regalo de San Valentín.