Esta es una bonita historia de amistad entre un toro bravo que estaba predestinado a ser toreado y la persona que lo rescató de terminar sus días en una plaza siendo toreado. La ganaderos que se lo vendieron le dijeron que si lo cuidaba bien podría ser incluso más fiel que un perro y a las pruebas me remito de que era totalmente cierto. Otra de las cosas buenas de tener un amigo de estas características a parte de la amistad en sí, es que a ver quién es el valiente que te vacila XDDDDD.