Quiero creer que a las personas que sufren este tipo de bromas les hacen un estudio previo del corazón y se aseguran de que podrán aguantar semejante tortura sin irse al otro mundo. Parece ser que el protagonista de tal broma fue un tipo que bebía demasiado y sus amigos y familia quisieron darle un escarmiento para que cambiase su ritmo de vida ya que podía terminar mal. No se les ocurrió otra cosa que darle un somnífero, meterlo en un ataúd cerrado herméticamente y acondicionar el salón de su casa para simular su propio entierro. Tíos, a mi me hacen esto y os aseguro que no lo cuento.